sábado, 24 de julio de 2010

run-run

estábamos aquí sentados. en este mismo salón. lo recuerdo perfectamente: tú sentado en el sofá naranja con la cara desencajada. yo sentada en la silla blanca con una camiseta que me venía bastante grande y el pelo enredado detrás de las orejas.

en ese preciso momento te quedaste mirándome con los ojos como platos -¿lo oyes?- me dijiste -es un run-run que nunca para-

yo solamente podía oír los grillos que, por lo general, hacen más cri-cri que run-run. afiné bien mi oído, sujeté el pelo enredado de detrás de mis orejas a una distancia prudencial, giré la cabeza hacia la izquierda porque mi oído derecho se mantiene en mejor forma -nada, no oigo nada que se parezca a un run-run- te dije.

tragaste saliva amargamente. te supo a hiel.

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