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jueves, 24 de marzo de 2011

azul zafiro

patata iba sentada en el asiento de atrás de un coche destartalado cuando de repente pasaron por un punto de inflexión del tramo que iban a recorrer. ella sabe perfectamente que después de ese punto, marcado con un arco de piedra, sólo hay mar. mar y cielo. el camino a partir del arco es peligroso y angosto y, sin embargo, extremadamente bello. cegadoramente espléndido.


al traspasar el arco empedrado el mar a sus pies, ostentando orgulloso un inexistente color azul zafiro. brillante, oscuro, transparente. azul. azul. azul.


elevó la mirada al cielo y allí el espectáculo era casi divino; el cielo lucía un turquesa luminoso, terso, opaco. turquesa. turquesa. turquesa.


los ojos humanos no pueden soportar tal belleza -piensa patata- la mezcla de azules es inhumana.


cuando la naturaleza parece haber soltado las armas, cuando estamos seguros de que nada puede ser más dolorosamente perfecto, una brisa comienza a mesar nuestros cabellos. al virar hacia la izquierda se puede comprobar que ese tenue soplido de eolo nos ofrece de entre sus delgados dedos los frutos de la primavera. una bocanada de flores de cerezo irrumpe dentro del coche cubriéndolo todo de olores palpitantes y vivos. una nube blanca, rosa, suave. blanca. blanca. blanca.


ya ha llegado -piensa patata- azul. azul. azul.

lunes, 14 de febrero de 2011

primavera emocional

una atmósfera asfixiante. nubes rojas. nubes verdes. cielo naranja.


un paisaje brumoso. árboles caídos. casas esqueléticas. perros famélicos.


una tierra seca. grietas negras. hierbas moradas. piedras grises.


un río espeso. peces muertos. ranas podridas. algas tristes.

viernes, 6 de agosto de 2010

meaburro

había una vez un burro que meaba mucho mucho. el burro meón le llamaban. controlaba hasta tal punto sus esfínteres que perfectamente uno le podía decir ¡mea burro! y el burro meaba que no tenía fin. lo único que al ser burro no entendía cualquier otro tipo de orden, por ejemplo si uno le decía ¡burro mea! ya no lo entendía y se quedaba así mirándote interrogativamente con el morro apuntando hacia el suelo y los ojos tristones, tenía unos ojos muy bonitos el burro. de todos modos, lo único que sabía hacer el burro era mear. tenía el animal una complejísima disposición estomacal, de tal modo que todo lo que comía salía en forma líquida. sus digestiones eran larguísimas y dolorosas incluso. cuando estaba haciendo la digestión lo mismo le daban ocho que ochenta, se quedaba como privado, sin fuerzas para mover un sólo músculo.

pancho, que así se llamaba el burro, pacho, tenía una panza descomunal que arrastraba pacientemente por el albero y por cualquier otro sitio por el que andase, desollándose vivo. hace poco decidí prepararle una estructura tipo faja reforzada por la zona más próxima al suelo. ahora pancho anda a sus anchas por donde quiere y no tiene que preocuparse por las molestas rozaduras. está tan agradecido que ahora cada vez que me ve mea que da gusto verlo.