viernes, 6 de agosto de 2010

meaburro

había una vez un burro que meaba mucho mucho. el burro meón le llamaban. controlaba hasta tal punto sus esfínteres que perfectamente uno le podía decir ¡mea burro! y el burro meaba que no tenía fin. lo único que al ser burro no entendía cualquier otro tipo de orden, por ejemplo si uno le decía ¡burro mea! ya no lo entendía y se quedaba así mirándote interrogativamente con el morro apuntando hacia el suelo y los ojos tristones, tenía unos ojos muy bonitos el burro. de todos modos, lo único que sabía hacer el burro era mear. tenía el animal una complejísima disposición estomacal, de tal modo que todo lo que comía salía en forma líquida. sus digestiones eran larguísimas y dolorosas incluso. cuando estaba haciendo la digestión lo mismo le daban ocho que ochenta, se quedaba como privado, sin fuerzas para mover un sólo músculo.

pancho, que así se llamaba el burro, pacho, tenía una panza descomunal que arrastraba pacientemente por el albero y por cualquier otro sitio por el que andase, desollándose vivo. hace poco decidí prepararle una estructura tipo faja reforzada por la zona más próxima al suelo. ahora pancho anda a sus anchas por donde quiere y no tiene que preocuparse por las molestas rozaduras. está tan agradecido que ahora cada vez que me ve mea que da gusto verlo.

1 comentario:

Helenaconh dijo...

qué cosas escribes y cuánto esconden...por cierto si quieres ir leyendo "en el Invierno de la Lluvia" entra en mi perfil y sígueme