miércoles, 15 de agosto de 2012

paris est une fête

en parìs puedes pasear infinitamente, puedes echar a andar y andar y andar y no parar nunca. puedes ir en bici y tampoco acaba nunca. 
puedes ver mucha gente caminando como hormiguitas al son de los bulevares o, por el contrario, no ver absolutamente a nadie en diez metros a la redonda. 
puedes salir de una boca de metro y descubrir, repentinamente, que delante de tus ojos se halla una plaza inmensa con una torre igualmente inmensa y un cielo el doble de inmenso que agota la vista hasta lìmites insospechados. 
puedes caminar distraìdamente por una calle llena de crêpes a ambos lados y de repente estar dentro de unos jardines renacentistas. 
puedes entretenerte echando un ojo a las boardillas de todos esos grandes edificios destartalados de grandes balcones o puedes bajar la vista y descubrir las marcas casi imperceptibles de unas antiguas vìas de tren.
puedes tomar vino a todas horas, sentarte en un café y ver pasar el tiempo mientras piensas por què estàs en parìs.
puedes ir al comptoir general y pedir un refrescante secousse mientras bicheas las hojas de cuentas de 1958 que hay en el mostrador de lo que debiò ser un hotel antes de convertirse en un bar o asociaciòn o lo que quiera que sea al comptoir general.
puedes perderte por sus cementerios y encontrarte las tumbas de miles de personas tan ilustres que casi ni te imaginas que puedan tener una tumba, ahì a la vista de cualquiera.
puedes pasear por el boulevard saint martin y entablar conversaciòn con cualquiera. sentarte allì, mirar el agua.
puedes escuchar un concierto de rosini en la cathédral saint-croix  des arméniens, en pleno barrio del marais.
puedes comer queso, mucho queso, hasta encontrarte tan enquesada que no te quepa dentro ni una gota de agua.
puedes ver exposiciones de modigliani, de richter, de matisse, de monet, de chagall, puedes llorar delante de algunos cuadros y luego salir de allì satisfecha, henchida de belleza.
puedes venir a parìs, porque sì, porque lo necesitabas, porque sì. y una vez aquì intentar disfrutar todas estas cosas.

3 comentarios:

Tartas Mill dijo...

qué envidia me das!

Te leo y recuerdo las muchísimas veces que he estado allí, haciendo lo mismo.
Si puedes, búscate un tren baratillo y vete a visitar Strasbourg, mi amada ciudad...

carmen dijo...

"puedes ver exposiciones de modigliani, de richter, de matisse, de monet, de chagall, puedes llorar delante de algunos cuadros y luego salir de allì satisfecha, henchida de belleza."
la envidia me posee, momentáneamente.
sigue empapándote de cosas.

Lacalme.

patata diezma dijo...

gracias chiquijuelas! no les corroa la endivia! y lo de strasbourg lo veo difìcil... parìs no acaba nunca :)